ZOCALO, PLAZA DE LOS LAMENTOS
Por ELVIA ANDRADE BARAJAS
La Plaza de la Constitución, llamada originalmente Plaza Mayor y luego Plaza de Armas, debe su nombre moderno a la promulgación de la Constitución de Cádiz, firmada en 1812.
Durante mucho tiempo ahí permaneció el Zócalo (o basamento) de la columna con que se pensaba conmemorar la Independencia de México. Así fue como nació su popular nombre,
Lo rodean la Catedral Metropolitana, Palacio Nacional de Gobierno, Departamento del Gobierno del Distrito Federal, el Nacional Monte de Piedad y varios comercios, principalmente joyerías de gran tradición.
Todos los mexicanos conocen el Zócalo, aunque no todos hayan venido a él, pero saben de su importancia. Ahí, palpita el corazón político, económico, cultura y social del país.
Esto lo ha convertido en una plaza de lamentos, ya que todos los que no son escuchados en su lugar de origen, vienen a la capital y la mayoría pernocta en el Zócalo, donde permanece desde 1896 la campana de Dolores, la que tocó el cura Miguel Hidalgo y Costilla, para liberar a los mexicanos de la esclavitud, de la que muchos aún son víctimas, pero en su versión moderna: vicios y corrupción en todas sus modalidades.
Al Zócalo llegan todos los problemas de la nación y todos los políticos que quieren conquistarla, gobernarla, someterla, saquearla.
Ahí se dan cita los campesinos que prefieren regalar a la gente sus cosechas de legumbres, hortalizas y frutas en protesta por la desatención del gobierno al campo.
Las diversas manifestaciones públicas siempre tienen como marco a hombres y mujeres ataviados a la usanza azteca, con penachos, caracoles y ropa de manta, que se dedican a “hacer limpias” con humo de incienso y albaca.
Carlos, uno de los nietos de María Sabina, atiende en la plancha del Zócalo, y mientras él reparte buena suerte a su larga fila de creyentes, decenas de protestantes se inconforman por la falta de agua, luz, trabajo, y todo lo que le hace falta a los mexicanos.
Un día en el Zócalo, es como conocer en unos minutos los problemas más graves que hay en el interior del país, mismos que apenas alcanzan una foto o un pequeño comentario en los medios de comunicación, que prefieren darle todo el espacio al jefe del gobierno capitalino Alejandro Encinas, quien continua con las conferencias mañaneras que inventó Andrés Manuel López Obrador, para darse a conocer, hacer escándalo y lograr la candidatura de su partido para la Presidencia de la República, cuyas elecciones probablemente gane el 2 de julio próximo, pese a que siempre ignoró las demandas de quienes llegaban al Zócalo a lamentarse de sus conflictos.
Elviaandrade1@hotmail.com
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