CAMBIO DE RUEDA
“No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No tienes que me dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.”
A Cristo crucificado.
Fray Miguel de Guevara, poeta mexicano.
(1585-1646)
Hoy, Viernes Santo, llora la cristiandad la crucifixión de Jesús de Nazareth y en la esperanza de Su resurrección enjuga el llanto.
Y el Domingo de Resurrección el espíritu se goza en la alegría del Aleluya: El Cordero muerto, Vive. La alegría pascual llena de júbilo al mundo.
Dicen las Sagradas Escrituras que a la hora de Su muerte, el día viernes a las tres de la tarde, tembló la tierra y rugieron los cielos, el velo del templo se rasgó y el sol palideció. Y la tradición afirma que entonces el temor anidó en el pecho de los hombres y en lo alto del Gólgota muchos gritaron que habían crucificado al Hijo de Dios y que Jesús el Cristo, era, como es, el Hijo de Dios, el Redentor del hombre, el Cordero Pascual, la víctima inocente.
En San Lucas se lee que Jesús murió el día viernes. La fecha que la tradición recoge es el día quince de Nissan, el mes de los judíos que corre del 22 de Marzo al 25 de Abril en nuestro calendario, a la hora nona, a las tres de la tarde.
El nuevo Vía Crucis que conmemora su recorrido hasta el Calvario inicia ahora con la Oración en el Huerto de Getsemaní y termina con Su resurrección. Bajo el mandato del Papa Juan Pablo II y con base en el Nuevo Testamento, se adicionó una nueva “estación” al Vía Crucis, que tradicionalmente contaba 14, contando de la Muerte de Jesús hasta Su Sepultura.
El domingo después de la primera luna llena de primavera, en este año 2006 el día 16 de Abril, se celebrará el Domingo de Resurrección, una de las fechas más grandes y gloriosas de la cristiandad.
La Resurrección de Cristo, su Aparición en el Sepulcro a María de Magdala, a las tres bienaventuradas mujeres citadas en el Evangelio, su posterior Aparición ante sus discípulos, llena de gozo el alma del católico y permite a todo creyente saber que Jesús venció sobre la Muerte, que para todo ser humano hay esperanza de redención, que la vida eterna es más grande y se alza victoriosa sobre toda muerte.
Como escribiera el Papa Benedicto XVI, cuando aún era Cardenal: “Su sangre "grita más alto que la sangre de Abel" (Heb 12,24); no pidiendo venganza, sino reconciliación. Así grita la muerte de cruz desde lo más profundo de su ser pidiendo resurrección (l Misterio pascual, II). La resurrección de uno y de todos. Que los hombres tengamos vida, y en abundancia (Jn 10,10.17); para eso dio Jesús su vida.”
Felices Pascuas, lector, y comparto con usted otro soneto del poeta mexicano Fray Miguel de Guevara, (1585-1646) denominado Levántame Señor:
“Levántame, Señor, que estoy caído,
sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo;
quiérome levantar y estoyme quedo;
yo propio lo deseo y yo lo impido.
Estoy siendo uno sólo, dividido;
a un tiempo muero y vivo, triste y ledo;
lo que puedo hacer, eso no puedo;
huyo del mal y estoy en él metido.
Tan obstinado estoy en mi porfía,
que el temor de perderme y de perderte
jamás de mi mal uso me desvía.
Tu poder y bondad truequen mi suerte:
que en otros veo enmienda cada día,
y en mí nuevos deseos de ofenderte.”
minervademoreiro@gmail.com
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